El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón. Salmo 40:8.

Viktor Frankl critica los enfoques psicologistas que pretenden que no hay valores espirituales y morales reales, y que todo responde a fuerzas psicodinámicas inconscientes. Bajo este enfoque, no habría moral, y todo se reduciría (reduccionismo psicologista nihilista) a cuestiones propias de la represión y sus mecanismos.

“Puede haber casos en los que la preocupación y cavilosidad del hombre, digamos por algo así como el sentido último y más elevado de su vida, no sea ‘más que’ una sublimación de instintos reprimidos. Y puede también haber casos en los que los valores sean realmente ‘formaciones de reacción y racionalizaciones secundarias’ […]. Desenmascarar, poner al descubierto, puede ser necesario. Pero es preciso detenerse ante lo auténtico. Esta tarea descubridora solo puede ser medio para el fin de poner de relieve lo que es auténtico, para distinguirlo de lo inauténtico y hacer que de este modo se destaque más. Pero, cuando el desenmascaramiento se convierte en un fin en sí mismo, cuando no se detiene ante lo auténtico, lo que, precisamente por auténtico no tiene por qué desenmascararse, entonces esta tarea ya no es mero medio para el fin; entonces esta tendencia a desenmascarar no es sino una tendencia a desvalorizar. Ante los árboles de las mentiras de la vida, el psicólogo desenmascarador ya no sabe ver el bosque de la vida misma. Y así, el afán de desenmascarar, de poner al descubierto, acaba en cinismo y, al fin, se convierte a sí mismo en máscara: en máscara del nihilismo”.

No toda la conducta responde a la neurosis. Hay valores verdaderos, independientemente de condicionamientos de orden biológico, psicogénico o sociológico, que responden a consideraciones superiores, a lo más “humano” que hay en nosotros, la verdadera dimensión espiritual, especialmente cuando son derivados de nuestra relación con Dios, como lo expresa el texto de hoy. Y es la consecución de esos valores lo que le da dignidad y valor a nuestra existencia terrenal. No los negocies.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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